sábado, 29 de agosto de 2020

Puro y simple amor

Ambas conocemos nuestra historia, es obvio, pero muy poco sabemos de lo que cada una era antes de ella. 2019 fue el año en que por fin le empecé a dar un horizonte a mi vida además de un respiro. Estaba cansada de intentar y fracasar, de padecer mis propias decisiones inconscientes, de llegar a la casa con el rabo entre las patas sin poder decir nada. Cuando ya no era posible más cansancio mental, me empezó a doler el cuerpo. Pero después de bastante trabajo, había logrado por fin un punto de equilibrio —o lo que los psicólogos llamamos homeóstasis—, y estaba tranquila porque nadie ocupaba mi vigilia.


Te “conocí” en Santa Elena en noviembre de ese año, ambas sabemos que no eras nadie para mí para aquel entonces, no pretendía lo contrario y me daba igual si el desinterés era mutuo. Llegó diciembre, luego enero y el resto es historia. Seguía firme en mi decisión de no volver a dejar entrar a nadie en mi vida sentimental, pero no podía ocultar el sol con un dedo, vos para mí te volviste simplemente inevitable. Terminé cediendo contra mi propia voluntad, justificándome en que no tenía razones de peso para negarme la oportunidad de vivir algo bello. Pero incluso la Luna tiene un lado oscuro, y yo sabía que darme ese permiso iba a costarme caro, no sabía cómo ni cuándo, pero sí cuánto. Al son de hoy todavía no sé si fue un error habérmelo permitido, yo quiero creer que no, que como dicen por ahí tan a la ligera, toda persona llega con un propósito a la vida de uno independientemente de lo que uno desee. Tampoco sé si eso es determinismo, destino, o simples pajas mentales que uno se hace.

Así lo expresé:

“(...)

Mis heridas, mis miedos, 

mis murallas, mis silencios,

mi paranoia, lamentos y agujeros,

derrotada,

los ofrezco al celeste cielo abierto.”


Y así fue.

Empecé a decir cosas que jamás le había dicho a nadie, empecé a decirte cielo, cariño mío, corazón de melón, cielito lindo, y de pronto otras cosas que ya no recuerdo. Empecé a confiar como en nadie lo he hecho, a sentirme tranquila en compañía como nunca me había sentido, a hablar y a tener sueños como pocas veces los he tenido, y alguna vez se cruzó por mi mente uno que otro proyecto, así fuera un viaje. Aunque ante los ojos comunes del progreso y el éxito vos estás “por encima” de mí, yo nunca me sentí inferior, atrasada o intimidada, desde hace mucho tiempo comprendí que aunque dos personas tengan horizontes, intereses y fuertes particulares, eso no les hace un futuro incompatible. Yo no soy una mujer de negocios, y vos no sos una que se queda quieta, y aun así nunca se me cruzó por la cabeza que poder construir algo con vos, lo que fuera, era imposible. Con otras personas terminaba por preguntarme a mí misma qué hacía sin que hubiera pasado siquiera una hora, me decía que ese no era mi lugar, y en efecto no lo era, deseaba a cada instante irme a casa o a caminar donde fuera sin tener el más mínimo cuidado de un atraco, un aguacero o cualquier otra cosa. Y terminaba por dejar de hablarles. Con vos nunca tuve dudas, siempre fue todo o nada. Tampoco puedo decir que fue obsesión, o vanidad de poder decir que le gustaba a una chica linda... no, era puro y simple amor. Aunque estoy de acuerdo con Piedad Bonnett cuando dice que la vida es física, lo mío para con vos siempre estuvo más allá de eso. Siempre estuve segura de lo que sentía y decía, y hasta hoy tengo la tranquilidad de saber que nunca forcé nada sin dejar de estar para vos.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario